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Conexión con la naturaleza y bienestar mental

La jardinería terapéutica es una práctica que promueve el bienestar integral a través del contacto con la naturaleza. Cuidar plantas, sembrar flores o regar un jardín no solo embellece el entorno, sino que también genera una sensación de calma y propósito. En adultos mayores, esta actividad estimula la mente, mejora la concentración y reduce los niveles de ansiedad y depresión. La rutina de cuidar un espacio verde ofrece estabilidad emocional y refuerza la autoestima.

Beneficios físicos y motricidad activa

Además de sus efectos emocionales, la jardinería terapéutica aporta beneficios físicos. Las tareas de plantar, podar o recolectar frutas requieren movimiento constante, lo que ayuda a mejorar la coordinación, la flexibilidad y la fuerza muscular. Este tipo de ejercicio ligero favorece la circulación sanguínea y contribuye a mantener una vida activa sin sobrecargar las articulaciones. Es una excelente alternativa para quienes buscan mantenerse en forma de manera segura y placentera.

Estimulación cognitiva y socialización

Participar en actividades de jardinería también estimula la memoria y la planificación. Recordar los ciclos de riego o las épocas de siembra ayuda a mantener la mente ágil. En residencias o centros comunitarios, la jardinería terapéutica fomenta la interacción entre residentes, fortaleciendo los lazos sociales y reduciendo la sensación de soledad. El trabajo en grupo refuerza la empatía, la colaboración y el sentido de pertenencia.

Un espacio de calma y propósito

Cultivar plantas brinda una conexión directa con el ciclo de la vida. Observar el crecimiento de una flor o el brote de una semilla genera satisfacción y esperanza. Por ello, la jardinería terapéutica se ha convertido en una herramienta valiosa para promover el bienestar emocional y físico en la tercera edad, ofreciendo una experiencia de equilibrio y armonía con el entorno natural.

Fuente: Mayo Clinic

Geriatrico Elisa