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En el año 2019 los casos de malaria en El Callao aumentaban día tras día, el tratamiento disponible era insuficiente para todos y las personas se enfermaban gravemente. La situación era preocupante, pero el arduo trabajo del personal de salud y de la comunidad, ayudó a cambiar esa realidad. “Ya no es como antes, cuando yo inicié (en 2019) tenía que atender 20 o 30 pacientes en una semana, ahora tengo a uno o dos porque los casos han disminuido”, cuenta Jickson Gutiérrez, un joven microscopista encargado del punto de prueba de diagnóstico rápido de malaria (PDR) en Parque Agrario, un sector tradicionalmente dedicado a la extracción de oro en el sur de Venezuela.

Jickson ha sido testigo y protagonista de las medidas que se han tomado para disminuir la incidencia de la enfermedad en el municipio, que además es uno de los más afectados por la violencia armada en la zona y donde el CICR trabaja de manera integral para aliviar las consecuencias humanitarias en la vida de las personas. Jickson es uno de los 16 jóvenes que el CICR formó técnicamente como microscopistas en 2019, para que apoyaran a la comunidad en el diagnóstico y entrega de tratamiento de malaria. “Tengo casi tres años trabajando en el punto de prueba rápida y me siento contento porque sé que de alguna forma puedo ayudar a las personas de mi comunidad”, dice orgulloso.

A Florimar Rodríguez, médica que se desempeñó como Autoridad Única de Salud de la localidad hasta marzo de 2022, le adjudicaron el municipio El Callao en medio de una situación retadora. Recuerda que en un solo día, llegó a atender a más de 500 pacientes. Desde su punto de vista, en El Callao se han visto los frutos del esfuerzo para enfrentar el paludismo, ya que para finales de 2021, el municipio “tenía una incidencia menor comparada con el 2017 y 2018”. Junto a ella y todo el personal de salud, el CICR trabajó para establecer un plan de prevención, educación, diagnóstico y tratamiento para reducir el número de casos.

Entender el origen del rebrote de malaria fue clave para avanzar. Yonny Finol, inspector de salud encargado de malaria en El Callao, rememora que los casos empezaron a aumentar con el auge de la minería de los últimos años: “la situación económica hizo que muchas personas se vinieran de otros lugares del estado y del país y coincidieran con quienes ya hacían vida en las minas. Eso influyó en que hubiese la epidemia”, señala.

En El Callao, la mayoría de las personas que se dedican a la minería viven y trabajan en campamentos a la intemperie, lo que las vuelve muy propensas a contraer malaria. Además de la alta incidencia de casos de esta enfermedad, la violencia a causa de las tensiones entre grupos armados de la zona, dificulta para muchos de sus habitantes el acceso a servicios esenciales, entre ellos una atención médica adecuada para poder curarse.

Es por esa razón que desde 2019, el Comité Internacional de la Cruz Roja trabajó junto a las autoridades de salud del municipio en la respuesta a la malaria a través de la entrega masiva de mosquiteros, la actualización de los protocolos de tratamiento, el entrenamiento actualizado para todo el personal de salud, la formación de microscopistas, la inauguración de nuevos centros de diagnóstico de pruebas rápidas y la actualización de los microscopios y los materiales con los que se procesan las muestras.

Todas estas medidas han significado que la población ahora esté más informada y dispuesta a prevenir el contagio de malaria. Finol, señala que “las personas ahora son más conscientes del riesgo que implica contraer la enfermedad. El mosquitero, que es la principal herramienta para cortar la transmisión, antes uno se lo entregaba a las personas y no lo usaban, ahora, es lo primero que piden cuando vienen a los ambulatorios”.

Además, la posibilidad de evaluarse y recibir el tratamiento para la enfermedad en distintos lugares del municipio, representa comodidad y mejor acceso a los servicios de salud para los habitantes, ya que antes los centros de atención estaban lejos de algunas comunidades, incluidas las zonas mineras donde “las personas no acuden a los centros de salud sino cuando ya la enfermedad está muy avanzada, porque para ellos su prioridad es el trabajo”, indica Finol.

En El Callao, las condiciones medioambientales están dadas para que el Anopheles, mosquito que causa la malaria, se multiplique: la actividad minera deteriora zonas vegetales, por lo que los animales se van y el mosquito solo tiene a los humanos para alimentarse; hay agua empozada bajo el sol en muchos lugares, lo que permite que proliferen los criaderos; y algunas viviendas están hechas con bahareque, por lo que no es posible rociarlas con insecticida. Esa realidad, ha significado un reto que se suma a otras limitaciones que sufren las poblaciones más vulnerables, como el escaso acceso a agua potable, desplazamientos forzados o enfrentamientos armados.

Hoy, todo el personal de salud del municipio sigue trabajando por el bienestar de sus comunidades, para reducir el número de contagios, crear conciencia en las personas sobre la prevención y destacar la importancia de cumplir el tratamiento.

Geriatrico Elisa