Por qué importa la fragilidad ósea en mayores
La fragilidad ósea aumenta el riesgo de fracturas ante caídas leves. Con la edad, el hueso pierde densidad y resistencia. Esa combinación compromete la autonomía y prolonga los tiempos de recuperación. La prevención temprana marca diferencias claras en movilidad y bienestar. Un plan integral reúne ejercicio, nutrición y revisión clínica. La constancia consolida resultados. Pequeños cambios sostenidos reducen fracturas y mejoran la seguridad al caminar. También ayudan a mantener actividades cotidianas sin dolor. Cuidar el hueso es cuidar la independencia.
Nutrición y vitamina D para huesos fuertes
El calcio sostiene la estructura del hueso. Puede obtenerse de lácteos, bebidas vegetales fortificadas, verduras de hoja verde y frutos secos. La vitamina D facilita la absorción del calcio. La luz solar moderada y alimentos como pescados grasos o huevos contribuyen al aporte diario. En personas con baja exposición o ingesta insuficiente, el profesional puede valorar suplementación. La proteína de calidad preserva la masa muscular que estabiliza las articulaciones. Mantener un peso saludable reduce el riesgo de caídas y sobrecargas. Conviene moderar sal y alcohol para no favorecer pérdidas de calcio. Beber agua de forma regular ayuda al equilibrio general.
Ejercicio con carga, equilibrio y fuerza
El ejercicio que soporta peso estimula la formación ósea. Caminar a buen ritmo, subir escaleras o realizar sentadillas con apoyo son ejemplos seguros. El trabajo de fuerza con bandas elásticas mejora la masa muscular. Un músculo más fuerte protege el hueso y estabiliza las articulaciones. Los ejercicios de equilibrio reducen caídas. Prácticas como ponerse de pie sobre un apoyo estable o realizar transferencia de peso entrenan la coordinación. Las sesiones deben ser progresivas y adaptadas a cada condición. Dos o tres días por semana generan beneficios medibles. La supervisión profesional añade seguridad y adherencia.
Entorno seguro y revisión médica
La casa debe ser aliada. Retirar alfombras sueltas y cables evita tropiezos. La iluminación clara reduce errores al desplazarse. Barras de apoyo en baño y pasillos dan confianza. El calzado con suela antideslizante mejora la estabilidad. Revisar visión y audición aporta equilibrio extra. Las visitas médicas periódicas permiten valorar densidad mineral ósea cuando corresponda. También ayudan a ajustar medicación y detectar déficits de vitamina D o calcio. Si hubo una caída o fractura previa, conviene reforzar la prevención. Un plan escrito con objetivos sencillos facilita seguir la rutina. Celebrar avances mantiene la motivación.
Fuente: Sociedad Española de Reumatología
