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Fortalecer la salud física antes del descenso de temperaturas

Preparar la mente y el cuerpo para el invierno en la tercera edad comienza por reforzar la salud física antes de que el frío afecte la movilidad y la energía. Las personas mayores suelen experimentar más sensibilidad a las temperaturas bajas, lo que incrementa el riesgo de hipotermia y tensión sobre el sistema cardiovascular. Mantener actividad física ligera y regular ayuda a mejorar la circulación y conservar la fuerza muscular necesaria para afrontar el clima frío. Una nutrición completa y rica en vitaminas también es fundamental para sostener el sistema inmunológico en esta etapa. Esta preparación física progresiva ofrece más estabilidad y reduce molestias comunes durante el invierno.

Proteger el organismo mediante hábitos preventivos diarios

El invierno exige hábitos diarios que mantengan estable la temperatura corporal y eviten complicaciones. Usar varias capas de ropa, mantener la vivienda bien aislada y vigilar los cambios bruscos de clima son acciones esenciales. La hidratación es clave, ya que el frío reduce la sensación de sed y puede provocar deshidratación sin que la persona lo perciba. Preparar la mente y el cuerpo para el invierno implica también programar revisiones médicas, especialmente para quienes padecen afecciones cardíacas, respiratorias o metabólicas. Estos cuidados preventivos permiten a los adultos mayores responder mejor a las variaciones ambientales.

Cuidar el bienestar emocional durante los meses fríos

El bienestar emocional adquiere importancia en esta época, ya que el aislamiento y los días con menos luz pueden influir en el estado de ánimo. Preparar la mente y el cuerpo para el invierno significa anticiparse a estos cambios mediante rutinas estimulantes y conexiones sociales frecuentes. Mantener contacto con familiares, participar en actividades creativas o establecer horarios para caminar en exteriores cuando la luz lo permite ayuda a preservar la motivación. La estimulación cognitiva diaria favorece la claridad mental y disminuye la sensación de soledad durante los meses más fríos del año.

Asegurar un entorno seguro y adecuado para la temporada

El entorno del adulto mayor debe adaptarse para prevenir caídas y accidentes típicos del invierno. Revisar alfombras, mejorar la iluminación y evitar superficies resbaladizas son medidas esenciales. Preparar la mente y el cuerpo para el invierno también incluye garantizar que los equipos de calefacción funcionen correctamente y que la vivienda disponga de alimentos no perecederos ante posibles cortes de energía. Estas precauciones crean un ambiente más seguro y permiten enfrentar la temporada con mayor tranquilidad.

Fuente: National Institute on Aging (NIA)

Geriatrico Elisa